CEO de GesDirección

Uno de los rasgos propios de una economía intervenida (o manipulada) es la conocida expresión "puertas giratorias": el Gobierno de la Nación interfiere en el gobierno de algunas empresas privadas y éstas crecen al calor de las disposiciones legales que establece la propia autoridad pública. En nuestro país tenemos abundantes ejemplos de intervencionismo estatal en empresas privadas, pero quizá uno de los casos más paradigmáticos y recientes es lo que está sucediendo en Telefónica.

Hace unas semanas escribí sobre las diferentes tipologías de consejos de administración según su dinámica. Allí mencionaba 6 categorías diferentes, pero a los pocos días nos enteramos de que el presidente del Gobierno de España había cesado al presidente de Telefónica en el mismo Palacio de la Moncloa. Algo así -impensable en una economía de libre mercado- abre una nueva categoría en los tipos de consejo: el coaccionado.

Recientemente he tenido la oportunidad de organizar, junto a PageGroup, una jornada para presidentes de empresa sobre últimas tendencias en gobierno corporativo. Participaban más de 30 presidentes de todos los sectores y de diversos tamaños: desde empresas familiares de tamaño medio, hasta varias compañías cotizadas. Como se trataba de una reunión a puerta cerrada y en un clima de confianza, se debatieron aspectos del trabajo de los consejos que realmente preocupan a nuestros presidentes y en donde se podía hablar con libertad sin necesidad de acudir a un lenguaje políticamente correcto. Procuraré compartir algunas de las ideas esenciales que se trataron.

Todo un maestro en gobierno corporativo –Miguel Ángel Gallo, profesor de la empresa familiar del IESE– me dijo una frase que me dejó impactado: “El acto más soberano del gobierno corporativo es el cese del primer ejecutivo de la compañía”. Me pareció una afirmación muy audaz y le dije: “Querrás decir, el nombramiento del primer ejecutivo” a lo que él apoyándose en su enorme experiencia en innumerables empresas de éxito, me respondió: “Mariano, el cese. Pues cesar al primer ejecutivo significa que el consejo de administración ha hecho sus deberes durante mucho tiempo: con la búsqueda del más apropiado en aquel momento, su seguimiento, evaluación y, además, se anticipa al desajuste que puede producirse entre el plan estratégico de la empresa y el perfil de su CEO”.

Cuentan las crónicas de San Juan de la Peña -cuna del Reino de Aragón- que los primeros reyes aragoneses del siglo XI después una vida con mil batallas y cuando se acercaba el final de sus días, se dirigían al pié de la peña donde se encuentra el monasterio. Allí descabalgaban, se quitaban sus arreos reales, se ponían un sayal y subían la empinada cuesta hasta llegar a una sencilla celda que tenían a su disposición en el viejo monasterio para dedicar los últimos meses de su vida a: revisar su testamento, narrar a un cronista los momentos más épicos de su vida y preparar su alma para bien morir. Tenían una profunda convicción de que estaban de paso por esta tierra, algo que -sin duda- constituye el corazón de la cultura del relevo.

Estamos en plena temporada de Juntas Generales de Accionistas (JGA) y los inversores -tanto institucionales como pequeños accionistas- comienzan a vibrar pues llega el periodo de tomar posiciones y votar en las Juntas. Es el momento de verdad si desean influir en la marcha de la compañía.

Lo que afronta el BBVA en los próximos meses –por tomar un caso entre otros- con la renovación de un tercio de los miembros de su consejo (5 consejeros), es una circunstancia que se debe tomar como algo positivo. Se abre una ventana de oportunidad para incorporar perfiles más adecuados a los desafíos del banco de cara a los próximos años. Siempre y cuando dominen los criterios profesionales en esa decisión y permita dirimir entre la reelección de los actuales consejeros o la incorporación de nuevos. Ahora bien, se corre el riesgo de que si falla la objetividad se impongan los egos.

Las Juntas Generales de Accionistas (JGA) para 2022 se presentan con un grado de tensión superior a los últimos años. En cierto modo, un grado de inquietud es normal –incluso deseable- pues, como es bien conocido, la JGA constituye el órgano de gobierno soberano de la sociedad; y el Consejo de Administración sólo es el órgano delegado y colegiado que nombra la propia JGA. Por tanto, el Consejo "se debe" a la Junta General.