Redactor de Bolsa & Inversión

El gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, anticipa que este martes el organismo revisará ligeramente a la baja la previsión de crecimiento económico para 2024. La estimación del PIB, actualmente en el 2,7%, se ajustará unas pocas décimas a la baja, en un contexto global incierto y con factores internos que siguen mostrando solidez. “Esa revisión es compatible con el hecho de que España ha generado desde la pandemia algunas ventajas competitivas muy poderosas”, aseguró el economista en una entrevista con el diario El País.

Cupertino abre sus puertas al mundo este lunes. Apple arranca su conferencia anual de desarrolladores (WWDC), en un contexto inusualmente adverso para la compañía fundada por Steve Jobs en 1976. A pesar de tratarse de uno de los eventos más esperados del calendario tecnológico, donde se anticipan avances clave para la industria -hasta hace no tanto, la manzana mordida era el símbolo de lo más moderno-, esta vez el foco no está solo en las novedades. El titán tecnológico llega a la cita con una caída en bolsa que se acerca al 20% en lo que va de año, arrastrada por una combinación de vientos en contra: incertidumbre regulatoria, investigaciones judiciales en torno a su App Store, el debate sobre sus pagos a Google y, sobre todo, la percepción de que su estrategia en inteligencia artificial va rezagada frente a sus competidores.

El resultado descafeinado de las conversaciones entre el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, sobre comercio deja a los inversores con dudas sin resolver y, por consecuencia, sin grandes movimientos en los mercados. El Ibex 35 ha cerrado con un leve avance del 0,3% en la sesión de este viernes, superando los 14.200 puntos y encadenando así su octava semana consecutiva al alza, algo que no sucedía desde enero de este año.

Crónica de dos despegues. A principios de los 90, y tras abandonar, aunque no de golpe, el atraso económico inducido por las décadas anteriores del siglo pasado, España peleaba por encontrar su lugar en una Europa decidida a acelerar, tanto como fuera posible, la integración política y económica del Viejo Continente. Con su entrada en la Comunidad Económica Europea, España no solo cambió de rumbo, sino de velocidad. Los fondos europeos comenzaron a llegar a las cuentas de Madrid y, de ahí, a fluir hacia carreteras, trenes, transportes, aeropuertos y telecomunicaciones. Madrid, Barcelona, Sevilla... se modernizaban.

"España es un oasis", así resumió Lola Solana, presidenta del Instituto Español de Analistas, la encuesta realizada entre marzo y abril por la institución a más de un centenar de expertos del mercado que anticipaban una subida para el Ibex 35 en lo que quedaba de ejercicio de hasta el 10%, un camino ya consumido, pero que ofrece al selectivo español "un mejor comportamiento" que el resto de la bolsa europea. "Yo no vendo", explicó Solana.

En solo dos meses, Repsol ha hecho lo que muchos no esperaban: recuperar los 12 euros por acción, un nivel de negociación en los títulos de la multienergética que no se veía desde la crisis arancelaria provocada por el Día de la Liberación del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. "Ha sido un entorno poco predecible, complejo y caracterizado por la poca predictibilidad", así resumió en la Junta General de Accionistas del pasado viernes la situación que ha atravesado (y atraviesa) la compañía su consejero delegado, Josu Jon Imaz.

Dos citas concentrarán los ojos del mercado la próxima semana: la decisión de tipos de interés del Banco Central Europeo -junto a la revisión de perspectivas económicas- y el dato de paro en Estados Unidos. Pareja de referencias que marcarán el compás de unos inversores condicionados por la desaceleración inflacionaria en Europa y la resiliencia del mercado laboral norteamericano, aunque con incipientes señales de moderación.

Europa puede (y, sobre todo, quiere) vivir sin el apoyo militar de Estados Unidos, pero necesitará un cuarto de siglo para reemplazar a las tropas norteamericanas y el coste está lejos del gasto proyectado: un billón de dólares. Un estudio reciente del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos proyecta un Viejo Continente sin el paraguas de EEUU en la OTAN, con la amenaza rusa en la frontera directa y con los países enfrentados sobre el camino a seguir en las décadas que viene.

Japón, con una de las mayores cargas de deuda gubernamental de entre las economías desarrolladas, está al borde del colapso. El Gobierno o, mejor dicho, los Gobiernos -cuatro primeros ministros desde 2020- de Tokio están teniendo dificultades para gastar como antes. La inversión pública, a cargo de deuda facilitada por los bajos tipos de interés del banco central, ha sido el mecanismo de inercia que ha mantenido al país asiático con el pulso constante. Ahora, los subsidios a agricultores de zonas rurales desfavorecidas, los programas de ayuda a las familias para capear la inflación o el programa de inversión en defensa -necesario con una China que se rearma en silencio y amenaza en el frente marítimo- están en peligro.